Se trata de una cirugía endoscópica para el tratamiento de grandes cálculos renales (> 2 cm) o cálculos que no pueden abordarse por otra vía.


Se realiza una punción percutánea (a través de la piel) del riñón guiada por Rayos X. Tras comprobar que estamos en el sistema urinario, se dilata el trayecto y se introducir una vaina o tubo de plástico que conecta el interior del riñón con el exterior. A través del tubo se introduce un endoscopio (renoscopio) para localizar la litiasis a tratar. Se introduce un aparato de litotricia tipo láser, neumático o ultrasónico, procediéndose a fragmentar los cálculos. Los fragmentos se extraen con unas pinzas o cestillos.


Las principales complicaciones son la hemorragia y la infección. La hemorragia puede requerir transfusión de sangre. Si el sangrado se perpetúa puede ser necesario un cierre selectivo de la arteria sangrante (embolización) sin necesidad de cirugía mayor. En casos excepcionales puede ser necesaria la nefrectomía. Las complicaciones infecciosas graves (sepsis) requieren tratamiento antibiótico en un entorno de cuidados intensivos. Complicaciones excepcionales son la lesión de órganos vecinos durante las maniobras quirúrgicas (intestino, hígado, bazo, pulmón).


Los pacientes suelen salir de quirófano con catéter ureteral y nefrostomía, que protegen de la hemorragia y la infección y ayudan al riñón a su drenaje normal de orina. En casos simples pueden evitarse los catéteres y las sondas (tubeless). Si la evolución es correcta, el tiempo medio postoperatorio es de 2-3 días.